La Calenda en Avilés

El cachopo exquisito,y las ranas no te cuento.Y además no es caro, que más se puede pedir??....Totalmente recomendable

Nos recomendaron el sitio por su menú del día super asequible pero decidimos probar la carta. Comida casera con un gran trato, las croquetas riquísimas sobre todo las de compango, los mejillones excelente y un muy buen cachopo.

Totalmente recomendable. Muy buen trato. Excelente producto, comida casera y muy bien elaborada. El mejor cachopo de Avilés sin duda y en temporada, probad el de bonito que no se queda corto. Enhorabuena equipo.

Fuimos por su alta puntuación en las reseñas de Google. Al llegar nos sorprendió que el local estuviera completamente vacío. Pero aún así nos animamos a entrar.Pensamos que se ha debido de traspasar el local. Porque los camareros no eran profesionales aunque ponían buena voluntad.La comida tampoco nos resultó para nada interesante, bastante flojo.

Un sitio para comer bien.Todo muy rico.Menú fin de semana estupendo.Un cachopo y un atún, de 10, los Camareros muy atentosVolveremos

Riquísimo y muy buena relación calidad precio. Las croquetas caseras buenísimas, tanto las de compango como las de boletus y las de jamón, de sabor y de textura, nos encantaron. Las rabas de calamar frescas, riquísimas también; y el bonito al cabrales fuera de carta, nos sorprendió muchísimo, ¡una mezcla muy rica! 😍 Los camareros muy amables y atentos y el ambiente en la terraza estupendo.

Local de terraza, planta baja con bar y primer piso con restaurante. Cocina de mercado con buen producto y bien tratado en la cocina. Todo ello con atento servicio y precios justos. Para volver y recomendar.

La comida muy rica y casera. El trato inmejorable... Y a pesar del aviso de que la comida iba a tardar un poco porque el comedor se acababa de llenar, tardó muy poquito. Para repetir.

Hemos estado comiendo hoy, y la experiencia ha sido magnífica. Los propietarios son la amabilidad en persona, y la comida exquisita: espárragos rellenos de anchoa y cachopo de bonito. Ha estado a punto de darme un síndrome de Stendhal culinario. Para repetir muchas veces.