Una de cal y otra de arena.Dos visitas a este afamado restaurante tras su remodelación.En mi primera reseña (noviembre 2021) destacaba la calidad del producto: ostras, gamba roja, tartar de atún con aguacate y huevo y, muy especialmente unos salmonetitos fritos antológicos.El brownie muy bueno y el flan excepcional.El precio, algo caro. Los 28 euros del tartar parecen excesivos pero, la calidad de todos los platos te dejan con ganas de volver.Puse un pero y es que, aunque te toman nota enseguida de la bebida, si llegas con ganas, te la tomarás a palo seco, pues no te ponen el aperitivo hasta que te toman la comanda, ¿motivo?, pues no sé si es para quitarse a la gente que pretenda ir a tapear (nosotros teníamos nuestra reserva) o porque, dado que lo cobran (a un precio muy ajustado para la calidad del pan y del aceite que ofrecen), necesitan un "sí quiero".La de arena ha sido en nuestra segunda visita (diciembre 2021).En este caso no compensa lo pagado por lo recibido.Hemos podido comprobar que siguen con la misma filosofía respecto al aperitivo, así que la primera bebida, a palo seco.Respecto a la comida: conchas finas totalmente insípidas (cuando están frescas saben a mar) supongo que porque han sido lavadas y relavadas con agua, ¿por qué?. Un cero.Gamba blanca de un tamaño y aspecto que hacían presagiar algo bueno pero, asimismo, algo faltas de sabor. Un seis.Tartar de atún con aguacate y huevo frito. Exquisito. Como ya he comentado, un poco caro (parecería más lógico entre 20-24 euros), no obstante, un diez.Boquerones fritos. Regularmente fritos. Nada que ver con los salmonetitos de nuestra primera visita. ¿Cambio de cocinero tal vez? Un cuatro.Flan. Muy bueno. Un diez.Tarta de limón. Muy buena. Un nueve.Respecto a la atención ... lo mismo en ambas visitas.Se ve que tienen sus consignas para tratar al cliente con la máxima corrección y así lo hacen pero ... parece como si les costase. Se les nota forzados. Es como si no estuvieran totalmente a gusto con lo que están realizando.No sé como llevarán un día en el que estén a tope salones y terraza.Por otra parte, tardan en tomar la comanda y, al no haber aperitivo, se hace larga la espera.Y los tiempos de espera para segundas bebidas, el limón que no te han puesto, sal, etc. sin llegar a ser desesperantes, son excesivos.Esta vez no hemos salido con ganas de regresar pronto, como en nuestra primera visita. Cuando sales a más de 50 euros por comensal, te esperas que la más alta calidad en los productos sea una constante.Quito una estrella.