Celler Bar Randa en Algaida

Restaurante familiar con un trato excelente.Comida casera buena.Local algo cargado de muchas mesas para mí gusto.Carritos de bebé la cosa viene justa para maniobrar.La dueña un encanto, simpática y muy amable.En general un sitio el cual no te decepciona.Admisión de niños: Local algo estrecho para carritos de bebé.Aparcamiento: Justo delante párking de sobra.

Es un bar restaurante,que al ver la fachada no tiene encanto,pero al entrar,tuve una sensación de sencillez y bienestar muy agradable,en la entrada hay una prensa de madera antigua,la barra no es muy grande,pero si hay muchas mesas y por el poco tiempo que estuve, se hacen reservas para comer,el camarero muy amable y atento, tomé un café que me gustó mucho a 1'15€.Hay un aparcamiento gratuito al otro lado de la calle,y tiene la recarga de los coches eléctricos.

Comida escasa. Chuletas de cordero fritas con ajo sin nada de sabor, ni a ajo ni a cordero. El servicio de una camarera resoplando porque le pedimos un entrante ya habiendo apuntado parte de los segundos... muy malas formas. Los dueños muy amables pero lo siento mucho no volveremos ya que nos fuimos con hambre y la camarera no ayudó con su actitud.

Excelente servicio , comida abundante , perfecto para familias. Fantástico calidad/precio

Llegamos y estaba bastante lleno y nos subieron arriba pedimos caracoles,y lomo con col para picar y estaba muy bueno,después nos trajeron el arroz brut que pena el caldo parecía puré lo cual el arroz quedó pasado ,sin setas,ni judías, y aparte arriba éramos unas treinta personas y todos moviendo sin parar las manos de tantas moscas que había nos dio la comida.la camarera muy atenta y servicial.la factura casi no se veía y cuando la mire bien me cobraron 2×zumos de naranja que no pedimos.

Típica comida mallorquina, siempre buena, el frit mallorquín y las sopas muy buenas y precios muy buenos.

Sitio típico y el cual nos encanta repetir de vez en cuando.Comida tradicional mallorquina en un restaurante de estética de toda la vida de Mallorca. Solemos ir con la familia sobretodo los días festivos.Recomiendo ya que se va hasta Randa luego subir hasta arriba de la montaña a ver el mirador.Recomiendo llamar para reservar.Destaco del restaurante el trato cordial y cercano y el escalope enooooorme! Enhorabuena por vuestro gran trabajo

Dónde siempre al precio de siempre.No han subido los precios, la comida muy buena y abundante.Si te gusta la comida típica Mallorquina te lo recomiendo, eso sí no vayáis sin reserva porqué la espera puede ser eterna.

Servicio muy bueno y amable. Siempre pendiente de lo que necesitas y te aconsejan sobre la carta. Gran capacidad en su comedor interior y también dispone de terraza. Excelente relación calidad-cantidad-precio. De hecho, en cuanto a cantidades no puedes con todo y puedes pedir un tupper para llevártelo. Comida típica mallorquina y casera como el rico tumbet, el suave conejo a la cebolla, chuletas de cordero lechal con ajos fritos, pollo picantón a la plancha con más que generosa guarnición de patatas fritas y ensalada y toda variedad de pan amb oli. Mientras esperas puedes tomar pan con alioli y aceitunas. Una noche nos invitaron a un rico y suave licor de hierbas que elaboran ellos mismos. Es un sitio para repetir. Nosotros cenamos tres noches allí además de desayunar. Una curiosidad: a los desayunos los llaman meriendas. Con una de esas meriendas desayunan dos personas.El pan amb oli de tortilla de patata la hacen en el momento cuando la pides , así que aunque haya que esperar un poco, merece la pena la tortilla caliente y recién hecha.La sopa mallorquina lleva verduras (guisantes, col, pan…)y costilleja, no es la sopa convencional que te puedas imaginar, pues no lleva caldo y se toma con tenedor. Se sirve en cazuela de barro calienteEspecial mención a la amabilidad, simpatía y buen servicio del camarero Martín. Y la dueña, Antonia, cuida de su negocio con devoción y esmero. Está siempre muy atenta a lo que pueda necesitar el cliente para mayor agrado y disfrute en su establecimiento. Toda una relaciones públicas. Con empleados como Martín y propietarios líderes como Antonia, la hostelería española es un modelo a seguir. Le deseamos toda clase de suerte en su aventura.