Bar-Bacoa La Raja en La Iruela

Fantástica la atención de las camareras, la gran paciencia q han tenido, ya que éramos 14 personas.La comida estupenda. La rapidez..en general una visita sin ninguna queja.

Situado a la entrada del Parque Natural de Cazorla, concretamente en Carretera de Burunchel s/n La Iruela, Jaén. Bar-Bacoa La Raja, es el sitio perfecto del verano, no solo por su piscina municipal, abierta desde las 11am hasta las 19:00. Lo que de verdad hace de este lugar especial es el chiringuito, donde podréis comer y cenar, rodeados de las maravillosas vistas del Castillo de La Iruela, iluminado por la noche, el pico de La Mocha.Destacamos la variedad en la carta, donde podremos digustar alimentos variados, muchos de ellos procedentes de la zona, carnes, pescados, a la brasa o la plancha, diferentes entrantes, helados, postres caseros, bebidas,refrescos etc.El servicio y la atención al cliente es de sobresaliente, los camareros y camareras son muy atentos y amables, no llega a pasar un minuto desde que uno se sienta hasta ser atendido. Incluso la música del lugar es buena y agradable.Los precios son muy competitivos, el gasto medio suele ser entre 12 Euros (Hamburguesa de ciervo y bebidas) y 25 Euros (Chuletón de ternera + bebidas) o diferentes entrantes y algún plato para compartir. Aunque los precios pueden disminuir si solo se desea tapear aunque lo más aconsejable es comer o cenar.Se recomienda reservar para evitar esperas ya que casi todos los días de la semana suele completar su aforo.Si visitas Bar-bacoa La Raja, repites.

Un lugar espectacular que repetiré seguro cuando vuelva por la zona. De hecho hemos pasado 3 noches y las 3 hemos cenado aquí. La comida muy buena en la que destaca sus carnes hechas a la brasa. El trato por parte de los camareros inmejorable, la primera noche a mitad de la cena, se formó una tormenta de verano en la que las sillas y las mesas volaban, la reacción de los trabajadores fue inmediata, nos metieron dentro de la cocina y nos fueron atendiendo como buenamente podían( una experiencia tan sorprendente como graciosa) dado que la lluvia no cesaba decimos pedir la cena para llevar. Además, nos terminaron invitando a las cervezas y las tapas que habíamos tomado haciendo la espera dentro de la cocina. En resumen comida de calidad y trato inmejorable por parte de los Camareros, asique no dudamos en repetir las otras dos noches que nos quedaban.

Ambiente tranquilo, camaremos amables y atentos y la comida deliciosa. Personalmente pedí un "Plato de La Raja" (variedad de carnes a la brasa) y estaba exquisito. Además tiene la piscina al lado disponible para bañarte después de comer y las vistas son muy bonitas.

Llegamos sin reserva el miercoles 27(recomiendo llamar para reservar), aun así nos pudimos sentar en una de las mesitas altas que tienen. Nos atendieron de maravilla, comida rica y casera, probamos el rin ran, un plato tipico local, recomendado por el muchacho que nos atendio. El lugar es precioso, a los pies de la montaña y una piscina de fondo.

La piscina y el personal profesional y atento. Lamentablemente no puedo decir lo mismo de los camareros que nos trataron con poca paciencia y poca profesionalidad..Se supone que abren a las 12:30,en realidad abren a las 13:30, vinieron 3 camareros distintos en el rato que estuvimos comiendo, tampoco veo normal que un camarero que entra a las 13:30 se ponga a comer a las 15 :00 en hora punta y dejen sólo a una persona sin experiencia. La comida buena el trato no tanto.

El entorno es bonito, con violín y piscina. Respecto a la comida, deja mucho que desear. Pusieron una única tapa y pedimos 9 bebidas, tres rondas. La tapa, de anchoas con patatas de bolsa estaban blandas. Le dijimos a la camarera y no nisiquiera trajo otra tapaPedimos bocadillos y estaban secos. El pan estaba seco, mucho pan y poca carne.El pollo de la ensalada estaba blando.Lo único que se salvaba era la hamburguesa de ciervo, que estaba bastante bien.

Pésima experiencia , para empezar la tapa de la primera consumición patatillas fritas con anchoas, estaban blandas y en mal estado, se lo comento a dos de las camareras y no hicieron nada, las anchoas no aptas para consumo, el resto de consumiciones varias no pusieron tapas. Los bocadillos muy pobres en contenido y las consumiciones de tinto de verano una tomadura de pelo, vasos de tubo pequeños , hielos muy grandes , muy poco vino y el resto parecía rebajado con agua , el entorno bonito pero el servicio de bar total decepción.

Comida a la brasa o a la plancha y ambiente tranquilo y relajado. El postre "tarta de la abuela" estaba riquísimo. Mención especial a la camarera María, quién nos atendió y orientó muy bien para elegir que cenar. Volveremos!