Llevaba muchos años con ganas de volver allí, y marché del restaurante con mal sabor de boca. Por el servicio (la comida y precios geniales).Tenía reserva con antelación. Llamé una hora antes para avisar de que seríamos uno más (no me gusta presentarme con un comensal más sin avisar). Tras llegar y sentarnos en la mesa, tardaron 20 minutos de reloj en venir a tomarnos nota, y porque me tuve que levantar yo a pedir que, por favor, vinieran a tomar nota a la mesa del fondo (y no, en ese momento el restaurante no estaba lleno). En cambio, a las mesas vecinas venía de vez en cuando la camarera a preguntar si todo estaba bien y a retirar platos.Una vez hecho el pedido (que de tres botellas grandes de agua fría que se pidieron, nos trajeron dos, una de ellas del tiempo) la comida tardó lo normal. Y estaba deliciosa. Pero ya en el momento en que nos pusieron la comida, se pidió que trajeran otrs botella de agua fría y dos cocacolas. Esas bebidas no aparecieron en la media hora que estuvimos comiendo. Tuvimos que comer racionando entre todos la poca agua que quedaba. Mi marido echaba chispas y suerte que no está escribiendo él la reseña, pues él suele beber mucho durante la comida, y pasó sed y no disfrutó de la comida. Cuando por fin hace acto de presencia en la sala la camarera, uno de nuestros comensales le recuerda que traiga la bebida. Se le mandó de vuelta la cocacola de mi marido, que pedí que no abriera, pues él ya había terminado de comer. Nuevamente al cabo de un rato, me tengo que volver a levantar para avisar que hace rato que acabamos de comer y que queremos los postres, el café y la cuenta. Al recoger la mesa, por no hacer más viajes casi me tira encima todos los platos. Traen los postres y café, bastante rato después cuando la camarera va a la mesa de al lado (la segunda remesa de personas que pasaba por allí en el tiempo que estuvimos nosotros), le recuerdo que traiga la cuenta. Otros 15 minutos después, ya hastiados de estar allí me pide mi madre que pida ya la cuenta para poder irnos, a lo que respondo que ya la he pedido, DOS VECES. Cuando ya me estaba planteando la posibilidad de hacer un simpa con tal de escapar de aquella tortura, llegó la cuenta, pagamos y nos largamos.Lástima por la buenísima comida, pero no nos han quedado ganas de volver.