Éleonore en Castrillón

Todo bastante bien. A destacar la centolla, el bombón de foie y el snack de queso. El cochinillo es una delicia gracias a la reducción.No nos gustó tanto la cigala, carne muy rica, pero le faltó gracia. El crujiente de maíz de los entrantes bastante malo, muy grueso y demasiada sensación de comerte un caramelo duro de kikos, bien de sabor, textura muy poco disfrutable.El trato muy agradable, pero yo prefiero que sea un poco más desenfadado. No hay queja alguna en ese aspecto, es solo preferencia personal.Merece la pena pasarse, la verdad.

Un festival de sabores, colores y texturas, para el deleite del paladar, maridado con unos vinos seleccionados espectaculares.3 horas de pura vida.Gracias al equipo de profesionales que te lo hacen muy fácil.Muy, muy recomendable.

Una atención exquisita. El local muy bonito decorado y muy bien situado.Fuimos a degustar el menú Éleonore. Estaba todo bueno. Las raciones no son muy grandes pero dada la gran cantidad de platos que son sales muy lleno.Aunque tal vez no estaba tan bueno o no nos sorprendió tanto para el precio que pagas.

Sitios precioso, vistas inmejorables.Comida, quizás platos demasiado miniatura, un poquito más de cantidad y perfecto.

Nos decantamos por el menú largo y cualquier expectativa previa se vio correspondida o superada por la experiencia. Servicio impecable, calidad culinaria excelsa y acierto en las combinaciones y creaciones sorprendiendo y haciéndote disfrutar desde el primer bocado hasta el último. Un auténtico placer. Sitio imprescindible.

Muy buena experiencia.Fuimos por varias recomendaciones. Elegimos el menú corto "Olivia" para nuestra primera visita (no será la última)Muchísima delicadeza en los platos y muy buena elección del vino por parte de la sala. El helado de croissant es de los mejores y mas originales postres que hemos probado. El pan de elaboración propia también merece una mención especial, realmente bueno.La sala muy bien decorada, con muy buena distribución de las mesas y vistas espectaculares a la playa y paseo de Salinas.Nos quedamos con ganas de probar el menú amplio así que volveremos.

Aprovechando una escapada por la zona, pensamos en visitar este local guiados por las buenas opiniones que habíamos leído. Sirva de antemano que cuando vas a comer un menú degustación, las expectativas son altas, por lo que la exigencia igualmente lo es. Se trata de un pequeño (unas 10 mesas) y agradable (decoración sencilla pero eficaz, música acorde al espacio, y, sobre todo, muy buenas vistas) local. El trato, desde el principio, ha sido más que correcto, incluso podría decir que nos trataron como conocidos facilitándonos aparcamiento o recomendándonos qué visitar por la zona. Hablando ya de comida encontramos buenos productos muy bien tratados como la deliciosa gamba roja, la cigala en sashimi o el sublime rodaballo con emulsión de colágeno y algunas elaboraciones que no puedes dejar de probar como el "limón" o el crujiente de pollo y patata al limón. Por otra parte, quizá por gusto personal, encontramos otras algo menos acertadas (no apreciamos tanto el bao de los entrantes o el sorbete que acompañaba la ensalada de guisante). En general, la comida resultó muy grata por lo que, de tener oportunidad, es una experiencia más que recomendable.

Menú degustación, todo exquisito, este es el menú corto. El restaurante es precioso, en el paseo marítimo de Salinas, con unas vistas a la playa preciosas. El servicio muy bueno. Estupenda relación calidad/precio.

Un lugar privilegiado con con vistas al mar. El menú degustación de la cena; un deleite para los sentidos. Mi mujer y yo salimos encantados y seguro que volveremos